martes, 10 de agosto de 2010

Por Fin.

Después de pasarme el mes de julio en plan trotamundos, por fin vuelvo a estar en mi casa, tranquila, relajada y en silencio. Aunque, la verdad, necesitaba irme de aquí para desconectar del mundo.

Pasarse 365 rodeado por las mismas cosas puede ser agobiante. Ver siempre las mismas caras, ir siempre a los mismos sitios, tener los mismos problemas, estar rodeada por ese ambiente de estrés, nervios, histeria que terminan con la salud del más paciente. Así que, decidí coger mi maleta e irme a mi lugar de desconexión favorito, también es que es el único que tengo: Barcelona.

Después de trece días fuera de mi casa, soportando a mis primos, riéndome con ellos, charlando con Elvis hasta las 3 de la mañana, yendo para arriba y para abajo con el metro, el tren, el autobús, caminando 34682534328784 km al día (y siendo la mitad de ellos cuesta) eché de menos todo de lo que había huido por trece días. Eché de menos las mañanas de soledad y silencio en mi casa; las voces que dan mis padres en cuanto entran por la puerta; a mis abuelos dandome comida como para cien personas y haciéndome un interrogatorio de tercer grado; las conversaciones de playa con mis amigos, los ''yo nunca'', las perlas que suelen soltar por la boquita (jijiji), las paridas, las idas de olla, a mi consejo y un larguisimo etcétera; y por último, y no por ello menos importantes, a mis animalitos, que me dan todas las mañanas los buenos días.

Como podéis ver, me fui para olvidarme del mundo unos días y al final lo que hice fue echarlo de menos. Ironías de la vida.

Pero deberíais sentiros alagados de que me acordara de vosotros, porque eso significa que os quiero a todos, aunque sea un poquito
.

Miss Necros.

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