Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase de mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella,por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún:-¿Por qué callé aquel día?
Y ella diría:-¿Por qué no lloré yo?
Béquer
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almas desesperadas