lunes, 22 de marzo de 2010


"Estaba sentada en una mesa en la esquina más oscura del bar, como una vampira sedienta que huye de la luz, temiendo descomponerse.
Tenía un aire taciturno, un halo de misterio que resultaba irresistiblemente atrayente. Vestía completamente de negro, como una gran dama de los años cincuenta. Su pelo negro recogido en un moño resaltaba aún más una tez porcelana, de aspecto casi enfermizo. Un matiz rojo en sus labios y unos ojos miel ocultados bajo capas de rímel y lápiz de ojos le terminaban de dar ese aspecto de femme fatale amargada.
Su única compañera era una botella de Jack Daniels, a la que estaba aferrada con uñas y dientes y, mientras dejaba su huella carmín en un cigarrillo, apuraba el último trago de su copa, desesperada por volver a poner ese néctar desinibidor en su boca. Quería desparacer, le sobraban los motivos para que sus mejores amigos fueran el whisky y el tabaco."

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