domingo, 21 de marzo de 2010


Después de haberme acostado a las 3 de la mañana con un dolor de cabeza mortal, con un kebab en mi estómago y literalmente sin pies, mis queridos gatitos quisieron darme los buenos días a lo grande a las 8 de la mañana. Me despertaron y , con mi habitual mala leche mañanera, me tuve que resignar a quedarme despierta dando vueltas en la cama como una estúpida. Mientras me revolvía deseperada entre las sábanas intetando (obviamente sin éxito) me di cuneta de que nos pasamos una cuarta parte de nuestra vida durmiendo.
¿No es una pérdida demasiado grande de tiempo? Y tratandose de tiempo no es que estemos para derrochralo...
Todo es muy efímero. Cuando comienzas a disfrutar algo ya se ha terminando y nos quedamos con la miel en los labios, dádonos una sensanción dulce pero sólo eso, una sensación. Como todo es muy efímero, debemos disfrutar la vida, sin que nos falten motivos para ser felices, ni para reirse, ni para llorar...
Al fin y al cabo ¿Qué es la vida? Es como un cigarrillo que poco a poco se consume en un cenicero, algo inevitable, rápida y lenta, placentera y ase-sina, irremediable. Me hace gracia volver a escribir sobre esto, pero no me canso de decir que la vida es para disfrutarla a tope, entregarse a los vicios, la lujuría y el desenfreno en dosis saludables.
Carpe diem.
Me voy a desayunar. ¡Un beso corazones!

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